jueves, 11 de febrero de 2016

Cattelan y los titiriteros

En el año 2010 el artista italiano Maurizio Cattelan cuelga del cuello a tres muñecos de silicona que representan a tres niños ahorcados. Su obra se exhibe en un árbol de la Piazza XXIV Maggio en Milán.

 Los muñecos  van vestidos como niños normales, son de tamaño natural y  sus caras son reales como la cara de cualquier niño del mundo. Pero no hay un padre que los proteja, no van de la mano de una madre, no tienen amigos, ni escuela, ni parques. Están  solos con una angelical resignación en el rostro. 


  Muchas personas pasan por la plaza y levantan la cabeza. Luego le tapan los ojos a sus hijos. No quieren que vean esos muñecos que parecen niños de verdad. No quieren que se asusten, que tengan pesadillas.
  Desde la página genitori.it  un grupo de italianos de bien critica que se haya elegido una plaza pública para provocar una discusión que los niños no pueden entender.

 " La obra ha sido expuesta en un lugar público y muchos niños se sienten perturbados por su visión, porque ellos no entienden que sean muñecos, ellos solo ven tres cuerpos de niños ahorcados. Es una imagen desagradable para los adultos, imagina para los niños que no están en condiciones de separar la realidad de la ficción y que no son ciertamente críticos de arte. No discutimos el valor artístico de la obra pero para exponerla existen lugares adecuados.  por lo tanto pedimos la retirada de la obra por respeto a los menores"

 La polémica sobre los muñecos crece hasta el extremo de que un hombre indignado por el ataque a la inocencia de los niños, sube al árbol y cortó las cuerdas por iniciativa propia
  Este hombre sin saberlo,  ha cumplido con su función en el diálogo del arte, porque el deber del arte es crear imágenes que estimulen a mirar la realidad de un modo diferente y que el espectador se implique hasta formar parte de la obra.  Hacer salir a los que habitan la normalidad de esa normalidad para verla como algo no tan común, para ver los fallos de esa realidad  en la que estamos acomodados y  que ya no somos capaces de ver desde fuera. El arte nos situa en ese lugar de espectadores donde nos vemos a nosotros mismos y nos asustamos y  tapamos los ojos de nuestros hijos.

  El arte provoca sorpresa, entre otras emociones. El arte surge de la fantasía, de un diálogo intenso entre la intuición, la sugestión y la capacidad de análisis, y solo es posible en un ámbito donde no existe lo prohibido, donde la libertad es plena. La libertad de ahorcar niños, de devorarlos, de cortar cuellos a los hombres, de atravesar su costado con lanzas. La muerte, el suicidio, el asesinato, la pedofilia, el incesto. Todo lo que es tabú en la realidad no puede serlo en el arte. 

Jacques Louis David nos muestra a Marat pálido y desnudo en un primer plano, unos intantes después de ser asesinado. La asesina no aparece en David, pero sí en Munch que nos la presenta desnuda mirando friamente al espectador de espaldas a su crimen, al hombre que yace sobre la cama manchada de sangre.
Francis Bacon nos presenta un papa feroz que posa antes unas cortinas formadas por un animal abierto en canal. Artemisa Gentileshi nos deja entrar en la escena donde unas mujeres en penumbra deguellan a un hombre sin mostrar un ápice de piedad en sus rostros.
  Todas estas obras y miles de obras más  provocaron estupor en los espectadores y provocaron discusiones. Y fueron esas discusiones las que garantizaron la vida de esas obras. 

  Una metáfora sobre la violencia a través de la imagen de tres muñecos ahorcados afecta a los paseantes porque de repente ven una realidad diferente y el paseo que se presentaba tranquilo con los niños o sin los niños se encuentra de golpe con algo que golpea dentro. Niños agredidos, solos y en peligro. 
 No existe eso en la realidad? Todos saben que sí. Por eso afecta tan profundamente su visión. 
Se han colgado en una plaza pública, pero, debemos esconder estos discursos en lugares seguros?  
No pueden los adultos sencillamente decir a los hijos "Son muñecos, muñecos como Srek el ogro, y están ahi para que pensemos que hay niños en el mundo que no tienen el amor y la seguridad que vosotros teneis, para que luchemos siempre por un mundo de niños seguros"  Acaso los hijos deben crecer en burbujas de cristal, ajenos a todo cuanto les rodea, y luego, súbitamente, un día lanzarlos al agua sin saber nadar?
  Los museos deben proporcionar entonces antifaces a los padres para ponerlos en los ojos de los hijos cuando pasen ante obras como el Cristo Muerto de Hans Holbein o la incredulidad de San Tomás de Caravaggio.


  Como el hombre del hacha que destruyó la obra de Cattelán convirtiendo su acto en parte de la obra, también hace unos días en España Ismael Moreno, juez de la Audiencia Nacional, ha formado parte de la representación de Títeres desde abajo, y ha dado una nueva dimensión a la obra, al justificarla y hacerla comprensible.

 El Juez Ismael Moreno se ha integrado en la obra teatral. Ya nunca se podrá representar sin su sombra negra sobre el escenario de los títeres. 

  
  Un viernes de carnaval dos titiriteros presentan su obra "La bruja y don Cristobal, a cada cerdo le llega su San Martín"  y consiguen que unos muñecos centren la política nacional y las pasiones de las plazas durante varios días, como los muñecos de Cattelan. 
 Se les acusa de enaltecer el terrorismo ante los niños. De nuevo los niños.
En la obra se ahorca a un juez, se violaba a una  mujer y se exhibe una pancarta que dice "Gora Alka-Eta"
  Muchos padres escandalizados, como los de genitori.it, llaman a la policía. Los titiriteros son detenidos y el juez los envia a prisión sin demora.
  
    La obra no es para niños, la obra hace apología del terrorismo. Los creadores son detenidos por las acciones de los muñecos.

   Claro que hay títeres para niños y títeres para adultos ( la noche de divas del Teatro bengala es un ejemplo de estos títeres no aptos). En un mensaje de facebook de la programación del Carnaval se avisó  antes del inicio de la representación de que esta obra concretamente no era para público infantil. Pero en el folleto se presenta como para todos los públicos. 
  Qué haces si vas con tu hijo y encuentras una obra para adultos cuando esperabas para todos los públicos. Te vas y buscas otra obra. O escribes una reclamación al ayuntamiento. 
   Pero si llamas a la policía, esto ya es asunto tuyo. Es que la obra te ha perturbado a ti. Es que tú has visto algo que te ha encendido y no has querido entender porque entender es parte del arte y a ti el arte no te interesa. 

La obra puede resumirse así: 

   Una bruja representa a las personas tabú frente al poder.  El poder es el juez, es el policía y es la iglesia.
  La bruja es mujer y de clase proletaria. Vive de alquiler. Está en su casa en paz y entonces se acaba la paz porque aparece el propietario de la casa y pretende aprovechar su situación de poder violando a la bruja. ( como el propietario del piso donde vivía Catherine Deneuve en repulsión) La bruja mata al propietario en el forcejeo. Queda embarazada y nace un niño. Una monja quiere llevarse el recién nacido. La bruja se resiste y la monja muere. Un policía viene a detener a la bruja y la golpea, y crea pruebas falsas para acusarla " Gora Alka-Eta" El juez condena a muerte a la protagonista, pero como buena bruja engaña al juez, quien mete la cabeza en su propia soga. La bruja ha matado a un violador, una monja y un juez para salvar su propia vida, su existencia como persona.

  Esta obra se desarrolla en un escenario de cartón y la representan muñecos de cartón. Ni siquiera son realistas como los muñecos de Catelán, pero despierta las mismas reacciones. Amparándose en la inocencia infantil  los perturbados defienden su derecho a no ver esas cosas, a no inerpretar la realidad de ese modo.

    Los padres italianos muestran a sus hijos cada día a niños muriendo en guerras y por inanición, pero eso es en la tele, o en fotografías. Los padres españoles muestran a sus hijos cada día a la hora de comer los nios sirios ahogados en el mar, pero son fotografías, están en la tele. Y ellos tienen buenas palabras para mostrar la maldad del mundo y de las guerras a sus pequeños; pero cuando esas imágenes dejan de ser reales, y entran en el terreno del arte, entonces inquietan tanto como para aparcer un hombre con un hacha o un juez con una orden de arresto.
   El arte, como no fascinarse ante su capacidad de mostrarnos tan desnudos, tan pequeños y al fin y al cabo tan humanos.




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